-La Vega del Duero. Valladolid y Zamora-

Las riberas de río Duero a su paso por Tordesillas, Castronuño, Toro y Zamora

Una ruta donde recorremos áreas paisajísticas diferenciadas, donde confluyen medios acuáticos y terrestres, con una gran riqueza paisajística y diversidad biológica, a pesar de encontrarnos en un territorio humanizado.

Transcurre la cicloruta desde Tordesillas (Valladolid), y pasando por Castronuño y Toro, llegaremos a la ciudad de Zamora, siguiendo, aguas abajo, el río Duero.

Tordesillas, situada en privilegiada posición elevada de un otero sobre la vega, disfrutó de desarrollo económico y social entre los siglos XIV y XVI, que dejaron su huella en el Real Monasterio de Santa Clara, la Plaza Mayor y las iglesias de Santa María y San Pedro, y el puente sobre el Duero, declarada Conjunto Histórico.

Circulamos por caminos en la ribera y vega del río Duero, con arbolado de choperas, alamedas y olmedas, además de comunidades acuáticas como carrizales, y limitando estas zonas húmedas, los cultivos de secano y regadío, y más alejados, enclaves reducidos con encina y rodales de pino piñonero, a veces entremezclados y adehesados. Un paisaje en el que disfrutamos con la variación de ambientes e imágenes.

Tras la localidad de Pollos, el río Duero, duplica su pendiente, y genera en el cauce, amplios depósitos de islas-barra y múltiples cauces, y observamos la acción erosiva de río ejercida en el cauce durante el periodo Cuaternario.

Los fenómenos de sedimentación dan formas sinuosas, como el gran meandro (meandro en V) que forma el Duero a su paso por Castronuño. En la parte convexa del meandro aparecen mantos eólicos, son depósitos de arenas acumuladas por el viento, tierras improductivas donde se han conservado encinares y plantación de pinos, que son a modo de islas en el terreno desarbolado.

Son paisajes de la comarca Tierra del Vino, tierra llana con frondosas arboledas en la ribera del Duero. En el entorno próximo, los cultivos de secano con intercalaciones de parcelas de regadío, son una constante.

El Embalse de San José crea un hábitat acuático extenso, vegetación palaustre con carrizales, alamedas y olmedas, que utilizan, para reproducirse, invernar o descansar durante migraciones, numerosas especies acuáticas, que podemos observar con detalles y tranquilidad: como aguilucho lagunero, garza imperial, martinete, milano real o águila calzada.

En las tierras más secas, según avanzamos en la ruta, tendremos la oportunidad de observar aves esteparias; Aguilucho Pálido (Circus cyaneus), Aguilucho Cenizo (Circus pygargus), Cernícalo Primilla (Falco naumanni), Avutarda (Otis tarda), Sisón (Tetrax tetrax), Ortega (Pterocles orientalis) y Ganga Común (Pterocles alchata). También son importantes las poblaciones en periodos migratorios de Grulla Común (Grus grus), la población invernante de Milano Real (Milvus milvus) y la población reproductora de Cigüeña Blanca (Ciconia ciconia).

Continuamos por la margen del río Duero, hacia Villafranca de Duero y después Toro, ciudad ya de la provincia de Zamora, que fue sede real, hoy ciudad histórica y monumental, con interesante casco urbano situado como un balcón natural sobre el río, que ha marcado la fisionomía del entorno por las terrazas, laderas, abarrancamientos y fondos de valle. Circulamos por tierras agrícolas sobre rocas de edad neógeno y paleógeno, depósitos que rellenaron la cuenca sedimentaria del Duero, como areniscas de colores amarillos y rojizos, intercaladas con capas de arcillas y arenas, y también conglomerados con matriz arcillosa de color rojo intenso y poco compactos. Las arenas eólicas que forman depósitos, proceden de dunas de edad Pleistoceno superior y Holoceno. También calizas compactas, blancas o grisáceas y, del centro de la Cuenca del Duero con restos de fósiles de gasterópodos.

Toro tiene la denominación de origen de un vino que se produce en viñedos sobre suelos pardos arenosos, y con pocas sales minerales.

De Toro vamos a Peleagonzalo, situado inicialmente en la ribera del Duero, y cuya proximidad a sus orillas fue inundado por las riadas en 1860, siendo reconstruido en una nueva ubicación en el cerro de San Benito.

Y Madridanos, pueblo donde encontramos también casas Señoriales, construidas en piedra, y restos de lo que fue la arquitectura tradicional, con enrejados, y detalles de forja.

Villaralbo Su cercanía al Duero le hizo protagonista de diversas riadas (en 1586, 1596 y 1597). La más grave fue la tercera: Ocurrió el 14 de enero de 1597. El río fue invadiendo progresivamente los distintos monasterios y conventos, tambaleó el puente derribando casas (pasando de ciento)

Llegamos a la monumental Zamora, con su casco antiguo catalogado de conjunto histórico-artístico, en el que destacan sus murallas, el castillo y la catedral, sobre un acantilado de arenisca y a los pies del río Duero, se alza sobre una amplia meseta rocosa (la «peña Tajada»). En la ciudad, dependiendo de la época del año, es fácil observar milanos negros y águilas calzadas, por su puesto cigüeñas y una variada comunidad de fringílidos. Hacia la ribera del Duero, tendremos ocasión de divisar martinetes, avetorillos, martín pescador, garza real, garcillas y cormoranes, y entre los espacios forestales cerca del agua, aparece torcecuello, pico menor, pájaro moscón y carriceros. Al noreste de la ciudad está el Bosque de Valorio (anteriormente un bosque de encinas y robles que abastecía a la ciudad), con zonas ajardinadas y zonas de imponentes pinos piñoneros, en el que también destaca un bosque de ribera bien conservado, entorno a los arroyos Valorio y Valderrey.

Castillo medieval, circundada de murallas donde destaca como monumentos la Iglesia de San Pedro de la Nave de arquitectura visigoda y catalogada como la ciudad de mayor número y calidad de templos románicos de Europa «la ciudad del Románico».

Ruta de 2 o 3 días