La Cordillera Cantábrica Asturleonesa hasta la costa en Ribadesella
La Montaña de Riaño y el macizo del Mampodre, los cordales montañosos de Ponga, la cabecera del río Nalón (Parque Natural de Redes) y el valle del río Sella desde Cangas de Onís a la costa en Ribadesella
Una ruta, desde el NE de León, en la vertiente sur de la Cordillera, y en la norte por el oriente Asturiano y finalizando en la costa Cantábrica. Recorridos por caminos y pequeñas carreteras, para disfrutar del contacto con la naturaleza en entornos emblemáticos y representativos de la Cordillera Cantábrica.
Circulamos por paisajes agrestes y lugares sobresalientes de montaña, crestas escarpadas y picos elevados de rocas calizas, de pizarras y de areniscas, con estratos plegados, retorcidos y quebrados que muestran las huellas de circos, que excavaron antiguos glaciares. El viaje en bicicleta nos permite conocer estos lugares espectaculares, y experimentar momentos de vivencias y emociones agradables y positivas.
En la vertiente sur, al borde de la meseta castellana, conoceremos lugares del Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre, en León, montañas drenadas por los ríos Esla y Porma.
Enlazamos con la zona asturiana por los puertos de Tarna, San Isidro y Ventaniella, hacia el Parque Natural de Redes y el Parque Natural de Ponga, en la vertiente norte, donde se notan fuertes contrastes y variedad de situaciones ecológicas, por la proximidad de la costa, la forma del relieve y el juego de valles y peñas.
Son territorios de montañas singulares, donde las cumbres son elementos simbólicos que escenifican el paisaje de la Cordillera Cantábrica, con alturas de 2.000 m, como el cordal del Mampodre, donde se observan morrenas, circos glaciares, simas y gargantas, en la Peña del Mediodía, el Cervunal, o la Cruz; o en las cumbres de cuarcitas y areniscas que rodean el embalse de Riaño, como el Gilbo, Pintas, Llerenes, Cabeza, o Yordas; en el Puerto de San Isidro se alzan el pico Toneo, Fuentes, Agujas o Hazas; y destacan, en Ponga Peña Ten, Pileñes y la serie de cumbres cordal del Ponga con el enriscado y altivo Tiatordos.
El clima imprime personalidad a estos paisajes, pues las peñas quedan cubiertas por nieblas que se arrastran y se desvanecen produciendo brumosidad, y las nieblas que se agolpan en los fondos de valles (mar de nubes), al despertar del día, mientras en los altos brilla el sol. Un ambiente que favorece los bosques extensos, que recorremos inmersos entre robles, hayas, abedules, y pinares, con matorrales de brezo, retamas, piornos, y salpicados de prados en los puertos, laderas y fondos de valle. Una mezcla de masas forestales y praderías de uso tradicional ganadero; favorecido por la humedad invernal y en verano con las brumas, nieblas, rocíos, lloviznas y los contrastes térmicos que se generan por la topografía compleja de la montaña. Entornos de enorme interés faunístico, rincones donde presagiamos la presencia de animales libres y salvajes, y donde sorprender algún lobo, oso, rebeco, urogallo, carpintero negro o pico menor.
Descendemos en nuestras bicis, desde los puertos y collados hacia la vertiente norte, donde los valles son profundos, con gargantas y desfiladeros que han excavado los ríos, pues desde la divisoria de cumbres se salva un fuerte desnivel, 2.500 m hasta la costa, frente a los 1.500 m de la zona sur hacia las llanuras castellanas. Por valles cerrados, entre rocas verticales, como el del río Andamios en Vibuli; las hoces del Ponga en Sobrefoz; la hoz de Santa Fustia en Viegu y en Vidosa, y más abajo, en el Río Sella, el desfiladero de los Beyos. Seguimos por las gargantas que cierran valles recogidos y abrigados, con bosques de ribera bien conservados, y donde a los huertos acompañan cultivos y prados de siega.
Y nos sorprenderá encontrar muestras arquitectónicas, restos conservados en los pueblos y aldeas que recorremos en nuestras bicis, como Maraña, La Uña, Lois, Isoba, Bezanes, Sobrefoz, San Juan de Beleño, Viboli o Viegu. Aún veremos singulares edificios construidos con piedras y madera locales, restos como los hórreos y casas de corredor, chozos y majadas, pequeñas iglesias con detalles escultóricos y artesanías en su interior. Y también infraestructura minera abandonada, de mercurio extraído del cinabrio en la caliza de montaña en Maraña y Lois; de talco en Isoba, de pirita en Puebla de Lillo, o fluorita en Burón.
Y tras pasar por Cangas de Onís y Arriondas, a tan solo 90 m de altitud, finalizamos en el litoral cantábrico, en Ribadesella, donde la desembocadura del Sella forma un estuario que divide a la ciudad en dos. En la franja estrecha de su costa, los afloramientos rocosos jurasicos, de los acantilados margo-calcáreos, tienen grutas y bufones, y singulares icnitas de dinosaurios y fósiles de Pectinidos y Belemnites; y también pequeñas playas y calas de arenas, de interés turístico.
Pasamos por poblaciones de atractivo turístico: Riaño, Cangas de Onís, Arriondas y Ribadesella, lugares, donde conocer la historia de sus edificios monumentales, la arquitectura indiana, y disfrutar de las cualidades gastronómicas asturianas.
Ruta de 4 días