Serranía y Costa de Cádiz 1
La Serranía de Ronda (Málaga), la Campiña de Jerez y la Bahía de Cádiz
Una ruta lineal desde la ciudad de Ronda en Málaga, y hacia la comarca de la Sierra de Cádiz y siguiendo la cuenca del río Guadalete, hasta la Campiña de Jerez.
Visitamos Ronda, ciudad antigua y misteriosa, por sus orígenes y lo abrupto del emplazamiento: un tajo de formidables abismos, un cañón labrado por el río Guadalevín sobre rocas de calcarenita y conglomerado. La posición elevada sobre el desfiladero y el aislamiento crean ¡un excepcional paisaje!
Circulamos con el fondo lejano de las estribaciones de la serranía de Ronda, que nos sugiere entornos refugio de bandoleros, contrabandistas y tauromaquia, imágenes románticas forjadas por los viajeros del siglo XIX como Ford, Dore y Davilleir. También tierra de guerras entre árabes e hispanogodos, como la emprendida por el caudillo andaluz, de origen visigodo, Omar ben Hafsún, que en el año 889 d.C., se refugia con su ejército en los abruptos montes de la serranía y resisten durante 50 años los ataques musulmanes, en la ciudad de Bobastro o Takkoronda construida sobre las dos moles rocosas cortadas por un tajo, Ronda, que es conquistada por Abderramán III, y mejorada, después, por los emires de Córdoba.
Continuamos en ruta por altitudes cercanas a 800 m, por tierras de arcillas, areniscas y margas de edad Mesozoica-Triásico (Keuper) – que aparecen plegadas y fracturadas, y también sobre rocas de edad Miocena, que rellenan las fosas.
Veremos cortijos en los valles y pueblos blancos en la lejanía, situados en laderas. Setenil de las Bodegas, tiene las casas alineadas al abrigo de los voladizos de roca. Olvera, está elevado en un zócalo natural, donde iniciamos la Vía Verde de la Sierra hasta Puerto Serrano, infraestructura ferroviaria nunca finalizada de la línea Jerez-Almarge y cuyas estaciones han sido acondicionadas como restaurantes y alojamientos turísticos.
Los pueblos mantienen la arquitectura islámica, casas pequeñas encaladas, de ese blanco que apellida a los pueblos serranos y que combina con el alegre color de zócalos y marcos, acompañados por las flores, inseparables compañeras de las casas andaluzas, casa blancas y empedradas calles, antiguas iglesias y viejos edificios con siglos de historia.
Pasamos cerca del Peñón de Zaframagón (Olvera), en cuyas paredes hay una colonia de buitres y nidifican también, alimoche, halcón peregrino y águila perdicera.
Seguimos el valle del río Guadalete, por terrenos de arcillas y margas azules, y llegamos a Villamartín en la periferia de la serranía y situado en la parte baja de la depresión del río Guadadalete. Allí, en la cola del embalse de Bornos, podemos observar aves: la espátula común, el avetorillo común, la garcilla cangrejera o el martinete común, la garceta común, la cigüeñuela, la garcilla cangrejera, y otras como el cormorán grande, avefría, correlimos común y diversas anátidas.
Recorreremos los márgenes del embalse de Bornos, hacia Arcos de la Frontera, enriscado en un tajo de calcarenitas (“maciños”), lugar estratégico con una fortaleza que corona el espolón rocoso; y abajo el meandro del río Guadalete, que erosiona las areniscas amarillentas, con fósiles marinos de equinodermos, algas, conchas de bivalvos y foraminíferos. El núcleo urbano tiene arquitectura y acervo legado de la cultura árabe, que vivió durante más de 500 años, reflejado en la configuración de pequeñas y sinuosas calles, que conservan aun el sabor morisco. En el embalse de Arcos, podremos también escuchar el bullicio de especies acuáticas y ver águila pescadora.
Desde Arcos hacia el Oeste circulamos en tierras de la Campiña de Jerez, descendemos en altura y se suavizan los relieves. Son zonas bajas de llanura, sobre materiales blandos, de margas, arcillas, arenas, y afloramientos de yesos y sales, tierras horizontales, entre cultivos de regadío y cabezos cubiertos de viñedos, que nos llevan hacia Jerez de la Frontera, ciudad del vino y tradición ecuestre. Las viñas cultivadas sobre la tierra Albariza, de color blanquecino, singularizan el paisaje; son arcillas y margas con diatomeas ricas en foraminíferos, radiolarios, espículas de esponjas, sedimentadas en ambiente marino alejados de la costa, durante el Mioceno y cuyas rocas se llaman Moronitas. Utilizaremos un camino que sigue la traza de la antigua línea ferroviaria de Arcos de la Frontera a Jerez, y que se dirigía a Almargen en Málaga, línea prevista de 127 km, y que forma parte de la vía verde de la Sierra.
Hacia el Oeste, llegamos a la Bahía de Cádiz, por las llanuras marismeñas que han sido lentamente rellenadas por sedimentos aportados por el río Guadalete, y que han creado un complejo de lagunas endorreicas de interés ecológico y faunístico, en ellas nos envuelve el ruido y el bullir de muchísimas aves: flamencos, gaviotas, charranes, fumareles, malvasía cabeciblanca, focha cornuda, cerceta pardilla, pato colorado, cigüeñuela, ánade rabudo, cormoranes, garzas, ya en el Puerto de Santa María, ciudad de los cien palacios y también lugar de rica gastronomía.
Ruta de 3 o 4 días: 35-40 km diarios