-La Alcarria de Guadalajara-

La Alcarria de Guadalajara

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El Valle del río Badiel y las alcarrias entre los ríos Henares y Tajuña

Una ruta en la comarca de la Alcarria y al NE de la ciudad de Guadalajara; para conocer los paisajes del valle del río Badiel, afluente del Henares, entre Almadrones e Hita, y los pueblos de las altas parameras y con vistas desde ellas a los valles del Badiel, y del Tajuña, de Brihuega y Cívica. Contrates entre las laderas de paramos, los llanos elevados de la meseta, los campos de cultivo y los fondos de valle, cuyas arboledas van señalando la dirección que sigue el cauce.

Sobre el valle de los ríos Badiel, Tajuña y Henares, están las alcarrias, son altas plataformas de extensas llanuras o paramos, cuyas rocas se formaron cuando este territorio era un gran lago somero. Sobre los materiales duros después se encajaron los arroyos y ríos (Badiel, Tajuña y Henares), y han dado el paisaje de valles que ahora cortan los cerros.

Las rocas que observaremos, proceden del relleno de ese lago con sedimentos continentales, desde el Mioceno, Plioceno y Cuaternario, y que fueron depositándose en estratos horizontales por arrastre de conglomerados y areniscas de abanicos aluviales que llegaban desde las sierras, y de arcillas, calizas lacustres, yesos y sales depositados en lagos salados en el centro de la cuenca.

Vamos a seguir el valle del río Badiel, aguas abajo, desde su nacimiento en Almadrones, localidad donde iniciamos la ruta. En Su iglesia del siglo XVI, se encuentran las réplicas del famoso apostolado de El Greco, formado por 9 cuadros originales del pintor cretense y su taller, de 1610 y 1614. Los originales fueron trasladados durante la guerra civil, y solo 4 de ellos permanecen en el Museo del Prado, el resto se encuentran en museos extranjeros y colecciones privadas. Pasaremos por varios pueblos tranquilos como Argencilla, con sus casas tradicionales de buena traza fabricadas en sillarejo junto a sencillas construcciones de adobe y tapia, en el que destaca el caserón de los marqueses de Argecilla, y la iglesia del siglo XVII,  llamando la atención varias construcciones de hormigón que flanquean el valle estratégicamente. Se trata de búnkeres levantados durante la Guerra Civil tras la batalla de Guadalajara.  Ledanca, que tiene conjunto urbano construido con materiales locales y un templo de origen románico que en siglos posteriores fue ampliada y modificada. Más adelante el monasterio benedictino de Valfermoso, construido en el año 1.200, aunque las numerosas ampliaciones y transformaciones, tras el incendio de 1936, hacen que apenas conserve vestigios de sus orígenes, salvo la fachada que da al patio de entrada y la iglesia, cuyo interior está vacío. Seguimos circulando entre cultivos, al borde del río a Utande, con su iglesia románica, y Muduex, donde observar restos de la muralla. Valdearenas, un atractivo caserío con casas tradicionales de adobe y las ruinas de la que fue su iglesia, sobre una colina al lado del río. Y llegamos a Hita, un pueblo de ambiente medieval reflejado en su casco histórico, las casas con fachadas, la plaza, iglesias, la muralla y el palenque con escenario y el castillo.

Podremos optar por distintas alternativas de ruta, unas circulares y otras solo de ida.

Si remontamos el arroyo de Valdelobispo, llegaremos a lo alto del páramo en Casas de Galindo y, por caminos en la planicie, hasta Miralrío y Villanueva de Argecilla, pueblos pequeños en el páramo, desde los que contemplamos el valle del río Henares y su campiña, y por el valle del río seguir a Valdesanmartín, para llegar a Ledanca y vuelta a Almadrones.

Otra alternativa desde río Badiel, nos llevará hasta la monumental Brihuega (castillo, murallas, iglesias, conventos, fuentes, plazas, edificios civiles…) y sus pedanías, entre ellas Cívica, que nos sorprenderá con su conjunto de galerías y escaleras excavadas en las tobas calcáreas, que cuelgan hacia el valle del río Tajuña. Tobas que se formaron al precipitar los carbonatos de manantiales a lo largo del Cuaternario.

La ruta por este entorno nos ofrece un paisaje variado, de contrastado colorido por los distintos materiales que presentan los cortados de los ríos, las vegas con cultivos de regadío, olivares en los taludes y laderas de los cerros, y los campos de cereal del páramo, que también han sido aprovechado para el cultivo de lavanda, y aún conservan algunos retazos de bosques mediterráneos (encinares y quejigos) y de ribera (fresnedas, alamedas, olmedas y sauces). Sin duda desfrutaremos de rodar en nuestras bicicletas por buenos caminos, en tramos señalados como Ruta del Cid, en el de la “Algarada de Alvarfañez” y también como GR-16.

Sentiremos la tranquilidad y el silencio que se respira en estos pueblos ya al borde de la despoblación, imaginaremos sus antiguas actividades, el esfuerzo de los trabajos rurales y sus modos de vida que descubrimos en las huellas del paisaje, y conoceremos de que rocas están construidas las casas, de donde surge el agua que circula por los cauces y que sale en las fuentes de los pueblos, o porqué en los cortados calizos hay fósiles de caracoles, y a que se deben los colores de los estratos en los cerros del valle.

Ruta de 1 día: Circular 57 km o lineal de 35-40 km